Voy a salirme un poco del Top Ten de Matías Prats y rescatar una joyita que no tocó mucho los huevos a los reaccionarios mediáticos por pasar casi desapercibido en las estanterías. De todos modos se pueden leer alguna que otra review con el redactor llevándose las manos a la cabeza. Es el "Harvester" de 1994.
Todo un festival de gore, tetas y humor enfermizo, repleto de sado, masturbación, personajes hijos de puta, humillaciones, vejaciones y corrupción, que no deja títere con cabeza. A priori parece el típico juego cuyo único (y loable) fin es tocarle las pelotas al presentador de telediario de turno, pero todo ese catálogo de bluffería que haría feliz al niño rata tiene coartada, más que moralista, reflexiva.
Lo dicho, si no sale como uno de los emblemas de juegos prohibidos es porque el superhéroe cívico de turno (ese Ned Flanders aburrido que no tiene otra cosa que hacer que mirar la paja en el ojo ajeno) no buceó entre toda la mierda que salió en el 94.
Creo que en la review lo puse rayando a la obra maestra, es que el juego se lo merece.